En la Biblia, la palabra “mies” se usa para referirse a diferentes tipos de cereal, como trigo, cebada, avena, centeno, entre otros (Deuteronomio 8:8).
En la mayoría de los casos, la mies se presenta como un símbolo de la prosperidad y la abundancia, como en el Salmo 85:12 donde se dice “Jehová dará también el bien, y nuestra tierra dará su mies.”
El término “mies” también se usa en el contexto de la cosecha y la siembra, y es común encontrarlo en pasajes que hablan sobre la época de la recolección. En Miqueas 7:1 se puede leer “¡Ay de mí! porque soy como cuando han recogido la mies de verano, como cuando han rebuscado después de la vendimia, porque no queda racimo para comer; mi alma deseó los primeros frutos.”
En la Biblia, la mies se considera como una bendición de Dios (Levítico 26:5), y se espera que la gente recoja su mies con gratitud y alegría. En Rut 2:2 se menciona la historia de una mujer llamada Rut, quien recogía espigas en un campo para alimentarse, y donde se dice “Booz de Belén, pariente de Elimelec, se presentó a Noemí, y ella dijo: Deja, hija mía, que yo salga al campo, y junte espigas en el mies con quien halle gracia. Y ella salió e hizolo.”
El término “mies” también se utiliza metafóricamente para representar a las personas o comunidades que necesitan ser cuidados y protegidos, como se puede ver en Jeremías 50:16 “Cortad de Babilonia la siega, y el que hace la mies en el tiempo de la siega. Delante de la espada opresora se volverán cada uno a su pueblo, y cada uno huirá a su tierra.”
La mies y la fe cristiana
En la fe cristiana, la imagen de la mies sigue siendo poderosa, y es común encontrarla en sermones y estudios bíblicos. Uno de los pasajes más conocidos se encuentra en Mateo 9:37-38, donde Jesús dice a sus discípulos “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.”
Este pasaje hace referencia a la “mies” de personas que necesitan conocer a Dios y aceptar su misericordia y perdón. Jesús llama a sus discípulos a orar para que haya más trabajadores que ayuden a recolectar esta cosecha espiritual, llevando la buena nueva del Evangelio a todos aquellos que aún no la han escuchado.
El llamado a recolectar la “mies” de almas no es solo para los clérigos o líderes religiosos, sino para todos los cristianos, que deben ser testigos fieles de la gracia y la verdad de Dios en su vida diaria. En Juan 4:35-36 se puede leer “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.”
Este pasaje nos muestra que la cosecha espiritual está siempre madura, esperando ser recolectada. Los cristianos deben estar siempre alertas y atentos a las oportunidades que Dios les da para compartir su fe con otras personas, porque el tiempo es corto y la necesidad es grande.
En definitiva, la “mies” es una imagen poderosa en la Biblia que representa la abundancia, la bendición de Dios, la necesidad de cuidado y protección, y la oportunidad de llevar la verdad y la gracia de Dios a otras personas. La fe cristiana llama a todos sus seguidores a ser “obreros” en la cosecha espiritual, orando y trabajando juntos para recolectar las almas que aún no conocen a Cristo y llevarlas al conocimiento de la verdad.
Así que, al reflexionar sobre lo que es la “mies” en la Biblia, recordemos que es nuestra responsabilidad y privilegio como hijos de Dios trabajar juntos para recolectar esta cosecha espiritual y compartir la alegría del Evangelio con todo aquel que se cruce en nuestro camino.
¿Quién es el Señor de la mies?
En Mateo capítulo 9, versículo 37, leemos: “La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.”
En este pasaje, Jesús nos está invitando a orar para que el Señor de la mies envíe obreros a la cosecha. Pero, ¿quién es exactamente el Señor de la mies?
Si bien la expresión “Señor de la mies” no aparece en otro lugar de la Biblia, podemos inferir que se refiere a Dios, quien es el dueño de los campos, las plantas y la cosecha. Además, es evidente que el Señor de la mies es aquel que tiene el poder de enviar a los obreros a trabajar en la cosecha, y esto es algo que solo Dios puede hacer.
Por lo tanto, podemos afirmar que el Señor de la mies es Dios mismo.
Es interesante observar que, en el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo fue enviado como misionero gracias a la oración de los líderes de la iglesia en Antioquía. En Hechos 13:2-3, leemos: “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos, y los despidieron.”
Podemos ver que los líderes de la iglesia en Antioquía estaban dedicados a ministrar al Señor, ayunar y orar. Entonces, el Espíritu Santo les habló y les indicó que debían apartar a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los había llamado. Después de ayunar y orar nuevamente, les impusieron las manos y los despidieron.
Este pasaje nos muestra cómo, a través de la oración, podemos recibir la dirección del Espíritu Santo sobre nuestro trabajo en la cosecha. Asimismo, podemos ver que la obra en la cosecha es algo que solo podemos hacer en el poder del Espíritu Santo.
Pero, ¿cómo podemos saber si estamos siendo llamados a servir en la cosecha?
En 1 Corintios 12:4-6, leemos: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.”
Esta escritura nos muestra que hay una diversidad de dones, ministerios y operaciones en el cuerpo de Cristo. Es decir, cada uno de nosotros tiene un papel específico que desempeñar en la obra del Señor.
Por lo tanto, si estamos tratando de discernir si somos llamados a servir en la cosecha, debemos preguntarle al Señor cuál es nuestro rol específico. Él nos dotará con los dones, ministerios y operaciones que necesitamos para hacer su obra.
Es importante recordar que aunque la cosecha no se limita a un solo lugar, Dios quiere que nos dediquemos a orar por ella. En la década de 1980, el autor del artículo oró para que Dios enviara a alguien a Nueva York para levantar una iglesia en Times Square, lo que resultó en la creación de la Iglesia Times Square.
Podemos ver cómo, a través de la oración, Dios puede enviar obreros a su cosecha en cualquier parte del mundo. No importa dónde tenga lugar, nuestras oraciones están siendo utilizadas para enviar obreros a la mies.
En esta última temporada en la que el mundo entero ha estado lidiando con una pandemia, es más importante que nunca orar para que el Señor envíe obreros a su mies. Aunque estamos en medio de una crisis global, el Espíritu Santo está moviendo a personas en todo el mundo para servir al Señor.
¿Cómo podemos hacer nuestra parte en este trabajo?
En primer lugar, debemos ser fieles en orar por la cosecha. Jesús nos llamó a hacer esto en Mateo 9:37, y es algo que debemos tomarnos en serio.
En segundo lugar, debemos estar abiertos y dispuestos a seguir la dirección del Espíritu Santo en cuanto a cómo debemos servir en la cosecha. Ya sea que Dios nos envíe a un país lejano para predicar o nos llame a ministrar a nuestro vecino de al lado, debemos estar dispuestos a obedecer su voluntad.
En tercer lugar, debemos estar dispuestos a pagar el precio por servir en la cosecha. La obra del Señor puede ser difícil y exigente, pero Él nos dará la fuerza y el coraje que necesitamos si confiamos en Él.
En conclusión, el Señor de la mies es Dios mismo, quien tiene el poder de enviar obreros a su cosecha. A través de la oración y la dirección del Espíritu Santo, podemos discernir nuestro papel específico en la obra del Señor. En estos tiempos difíciles, es más importante que nunca orar y estar dispuestos a obedecer la dirección de Dios en cuanto a cómo debemos servir en la cosecha. ¡Que el Señor de la mies nos guíe y nos fortalezca en este importante trabajo!